Buenos hábitos para practicar con efectividad

¡Eh, tú, fanático de los ensayos improvisados, te hablamos a ti! Este artículo está dedicado a los músicos y cantantes que consideran que una práctica estructurada es menos importante para alcanzar su potencial creativo que confiar en su estado de ánimo del momento.

Entendemos tu punto de vista, pero hemos venido a convencerte de lo contrario. El problema de contar únicamente con sesiones de ensayo improvisadas es que probablemente no llegarás a dominar los aspectos técnicos básicos desde el principio. Aprender las nociones básicas antes de lanzarte a las sesiones improvisadas aumentará con el tiempo tu serenidad y te permitirá concentrarte en la propia música. Y una vez las tengas controladas, habrás conseguido la libertad necesaria para explotar al completo todo tu potencial.

Opta por la regularidad

La práctica implica la creación de pequeñas costumbres que racionalizan tu trabajo y te permiten aumentar su efectividad en cuanto a los resultados esperados.

El primer paso para crear dichos hábitos es ser realista al determinar tu nivel actual y el que deseas alcanzar. ¿Qué esfuerzo estás dispuesto a realizar para conseguirlo? Sé honesto, porque establecer desde el principio objetivos inalcanzables es contraproducente (¡recuerda que vas a empezar una carrera campo a través, no los 100 metros lisos!).

Si ya practicas con regularidad. ¿Cumples tu horario a rajatabla o solo cuando te apetece? Si haces esto último, ha llegado la hora de cambiar, porque esa es la forma más rápida de estancarse. Los atletas conocen bien este problema: no es posible alcanzar cierto nivel y permanecer en él sin un esfuerzo continuado.

Deberías tomarte el tiempo de planificar tu trabajo, ya que es mejor ejercitarse un poco a diario de forma organizada y consciente que hacerlo de un modo confuso y carente de objetivo. Apúntate tu programación de los próximos días, un poco de organización no le quitará el encanto a los ensayos.

Demuestra tu rigor

La cantidad de tiempo que pasas practicando al día depende de ti, pero es importante que lo hagas todos los días, aunque solo dispongas de 15 minutos. Esa es la mejor forma de progresar. Muy pronto empezarás a apreciar tu progreso y comenzarás un ciclo de práctica saludable: ganarás confianza y control, y así podrás trascender tus límites semana tras semana con ejercicios más exigentes. Los ensayos en grupo de cuatro horas durante los fines de semana no se considerarán sesiones de práctica, sino oportunidades para materializar el progreso que has realizado con los ejercicios individuales a largo plazo.

Es como cuando empiezas una dieta, tienes que ser inflexible desde el principio: ahí es cuando se establece la norma. Tu calendario personal te recordará que cada día es una nueva oportunidad para disfrutar de un «momento musical» y deberás cumplirlo sin excusas. Solo al hacerlo se convertirá en una prioridad.

Varía de ejercicios

Si temes que la rutina y el aburrimiento puedan con tu voluntad diaria, planifica ejercicios muy variados.

A menudo hablamos de cantar o tocar un instrumento, pero también puedes incluir escuchar música en tu programación. Y aprenderás mucho más de lo que crees al escucharla a un nivel más profundo de lo que sueles hacerlo. Elegir tres piezas y estudiarlas meticulosamente, por ejemplo, te ayudará a comprender mejor el tema de la colocación, ya sea vocal o instrumental. Este ejercicio también te ayudará a obtener información técnica sobre la forma en que un artista interpreta una parte concreta de un tema y a adaptarlo a tu caso particular.

Aún más divertido y siempre útil: juega con diferentes estilos musicales. Puede que no te guste el heavy metal o el country, pero seguro que aprendes algo escuchando un clásico del género a la semana, sin dejar de cumplir tus prácticas programadas. Incluso puede que te den ganas de aventurarte en un género del que no sabes nada... En otras palabras: deberías ampliar tu campo de acción para enriquecer y desarrollar tus propias particularidades. Recuerda lo que dice el refrán: «nada se pierde, nada se crea, todo se transforma».

Trabaja en grupo

Como ya hemos mencionado, la variedad que añadas a tu programación de ensayos es crucial. Unos días serán más difíciles que otros, ya que no siempre es fácil combatir el aburrimiento, y puede que a veces te preguntes: «¿Para qué hago esto?». Volviendo a la metáfora de la dieta, la gente más motivada es la que llega a la línea de meta a pesar de los malos momentos. ¿Por qué? Porque no tienen miedo de pedir ayuda.

Practicar ejercicios con otras personas siempre es productivo, no solo para la moral, sino también porque al compartir los problemas tenemos la posibilidad de encontrar soluciones compartidas. Por ejemplo, si sois dos cantantes, podéis intercambiaros las funciones: el que se encarga de la voz principal canta los coros y al revés. Esto te ayudará a reavivar tus hábitos, a comprender mecanismos de colocación, a aumentar tu precisión, a gestionar las tonalidades y a determinar en qué papel te sientes más cómodo.

Publicada el: 1 de febrero de 2019