Descubre por qué partes del cuerpo pasa tu voz
Lo más probable es que no te des cuenta al cantar, ya que parece algo innato, pero para llegar a los oídos de la audiencia (y, en el mejor de los casos, a sus corazones), el sonido que emites pasa por todo tu cuerpo antes de tomar forma. ¿Estás listo para seguir su recorrido?
El cuerpo es un instrumento
Al contrario de lo que muchos creen, el sonido no nace en la boca y salta de ahí hasta los oídos del oyente. Su nacimiento es bastante más complejo y requiere la intervención de varios factores que permiten al cantante controlarlo y modificarlo.
En primer lugar, para entender el mecanismo de la producción del sonido, tenemos que considerar que nuestro cuerpo es un instrumento. Existen tres partes a tener en cuenta:
- se activa energía mecánica;
- a continuación, un generador transforma esta energía en energía acústica
- y, por último, entra en juego la caja de resonancia.
Piensa, por ejemplo, en una guitarra: el dedo activa la cuerda (directamente o con una púa); a continuación, las vibraciones de las cuerdas transforman la energía mecánica en energía acústica y, por último, el cuerpo de la guitarra hace de resonador. La mecánica de nuestro cuerpo, similar a la de un instrumento de viento, se rige según los mismos principios:
- el sistema respiratorio proporciona energía mecánica en forma de aire impulsado,
- las cuerdas vocales (con la ayuda de los dientes, la lengua, los labios, etc.) convierten el aire en energía acústica
- y la faringe y la boca amplifican esta energía (antes de que la voz se pueda amplificar artificialmente con un micrófono).
El túnel de viento
En el centro del sistema respiratorio encontramos los pulmones, que pueden considerarse generadores de aire. La capacidad que tienen los pulmones para crear aire depende en parte del tórax y del diafragma. Este último es un músculo plano y grande con forma de paracaídas que va unido a la columna, a las costillas y al esternón. Se trata del músculo respiratorio más importante, ya que es el que permite que el aire entre en las vías respiratorias al contraerse.
Cuando ignoramos cómo funciona este mecanismo, desviamos sin querer su fuerza. En otras palabras: para inhalar, el diafragma sube y baja desde el centro y a los lados. Nuestro reflejo natural es permitir que entren más respiraciones en la barriga y que aprieten las costillas, pero, al hacer eso, ejercemos una fuerza contraria a la del diafragma y creamos una mala sinergia.
La gran fuga
El aire sale de los dos alvéolos pulmonares, continúa su ruta a través de los bronquios y se une a la tráquea. Vuelve por la laringe atravesando las cuerdas vocales. Las cuerdas vocales son músculos recubiertos por una membrana mucosa que sirven para proteger la tráquea y que se pueden apretar. Estos músculos influyen directamente en la naturaleza del sonido.
A continuación, se pone en marcha la faringe. Allí el aire se encuentra con un cruce de caminos y dos rutas entre las que elegir: la exhalación puede realizarse por la boca o por la nariz. En el primer caso, la ruta por la que viaja el aire cuenta con el velo del paladar que cierra el paso a la cavidad nasal y, en el caso contrario, el aire se pega a la parte trasera de la lengua para ser impulsado y expulsado a través de la nariz.
A lo largo de este viaje, la calidad del sonido generado depende de dos energías complementarias: la energía primitiva de creación del aliento en la laringe y la energía moduladora entre las cuerdas y los resonadores que regula la calidad de la vibración y el ritmo oscilatorio de las cuerdas.
Fuente de la imagen: www.giphy.com
Publicada el: 1 de mayo de 2019