
¿Tu postura al cantar es la correcta?
A menos que su intención sea marcar algún tipo de estilo, suelen quedarse quietos y con la espalda recta en paralelo al pie del micrófono. No tiene nada que ver con el carisma, simplemente saben lo importante que es la columna de aire, que actúa a modo de válvula, cuando los pulmones expulsan el aire bajo la presión del diafragma.
En efecto, entre la respiración y el canto tiene lugar un proceso coordinado que involucra el túnel de viento, el vibrador, los resonadores y la articulación.
La postura ideal que se debe adoptar es aquella que los cantantes de Bel Canto denominan la «postura nobile» o «postura noble». Se basa en el concepto de mantener tu cuerpo y tus órganos disponibles para el canto.
El aspecto más importante es mantener recta la parte superior del cuerpo. El cuerpo debe sentirse relajado, a excepción de los músculos necesarios para adoptar la postura. Debes estar estable sobre tus pies, equilibrado, con las rodillas desbloqueadas (las piernas apenas flexionadas), la pelvis y los músculos abdominales relajados y la espalda recta para alinear el centro de gravedad del cuerpo con el pecho. Relaja los hombros, incluso al aspirar, y mantén la cabeza recta (prueba a cantar con la cabeza gacha y oirás la diferencia). Por último, la mandíbula debe estar también relajada, totalmente suelta (consulta nuestro artículo dedicado a este tema).
Puedes intentarlo al sentarte, enfocando toda tu atención en la parte superior del cuerpo. No obstante, deberás tener cuidado de no doblar la espalda.
Probablemente también habrás oído hablar de las cuerdas imaginarias, que no es más que otra técnica que puede ayudarte a conseguir esta postura. Imagina que hay una cuerda invisible encima de tu cabeza y otra sobre tu nariz, como si fueras una marioneta. Tira de la primera cuerda. Tu cuello se estirará, así que deberás parar cuando encuentres una postura cómoda. Ahora, imagina que tu voz sale en la misma dirección que esta primera cuerda, en vertical, desde tu pecho. Tu voz se proyectará de un modo potente y estable.
Practiquemos ahora con un sencillo ejercicio que puedes realizar en cualquier lugar y que te ayudará a adoptar esta posición con naturalidad: apóyate en una pared pegando la espalda completamente contra ella y abre las piernas sólo un poquito. Intenta mantener todo lo posible el contacto con la pared con la cabeza, la espalda, el trasero y los talones. Aspira lenta y profundamente sin mover los hombros e intenta relajarte. Repite este ejercicio varias veces hasta que te resulte cada vez más familiar. Con el paso del tiempo, deberás poder aspirar más aire con más rapidez gracias a la acción de las costillas flotantes.
Si no te sientes muy cómodo al principio, prueba a hacerlo tumbado en el suelo y, después, vuelve a intentarlo de pie.
Publicada el: 27 de febrero de 2015